El ex presidente Ernesto Zedillo sube al ring de la confrontación preelectoral que vivimos en México, como vocero de los Globalistas Internacionales, y arremete contra la 4T, al asegurar que México ha retrocedido a un nivel de “predesarrollo”.
Zedillo toma partido frente a las elecciones del año próximo desde el Foro Global del Instituto Pearson celebrado en Chicago, en donde la semana pasada expresó su deseo de que el próximo Presidente de México “no engañe con demagogia”, entendiéndose como tal, el ofrecimiento de cosas que no se puedan cumplir (1). Lo dicho por Zedillo es demagogia pura, porque todo candidato electo cumple menos de lo que prometió en campaña y la calificación de su desempeño está sujeta a una apreciación que suele estar dividida.
Zedillo pide que el próximo presidente no divida a la sociedad, pero olvida que tanto la división en partidos, como la libertad de opinar y elegir, son la base de la democracia. El activismo zedillista se explica porque en la boleta electoral del año entrante irán implícitas dos tendencias que luchan a nivel mundial: La realidad multilateral que es reconocida por la actual política exterior de México y otros países a los que Zedillo llama “predesarrollados”, y por otra parte los Globalistas Internacionales, empeñados en someter al mundo a un poder único instaurado por los EEUU, a despecho de lo que opinen al respecto la mayoría de los estadounidenses y poniendo en riesgo la paz mundial.
Zedillo llegó a la Presidencia postulado por el PRI, como beneficiario del asesinato de Luis Donaldo Colosio; en su sexenio estalló el llamado “error de diciembre” de 1994 que hundió a México en una profunda crisis económica; fue responsable del FOBAPROA, programa de rescate que hasta hoy seguimos pagando, que hizo de tal crisis un hoyo inmenso en las finanzas públicas, significó un infierno para la clase media, y fue un gran negocio para los bancos. Bajo su gobierno fueron perpetrados las masacres de Acteal y Aguas Blancas y el PEMEXGATE, mega robo mediante el cual fueron desviados mil millones pesos a la campaña presidencial del PRI en el año 2000.
Ernesto Zedillo liquidó Ferrocarriles Nacionales de México y concesionó el servicio de carga ferroviaria a la multinacional Unión Pacific. Al concluir su gestión en el año 2000, se fue a vivir a los Estados Unidos y desde entonces Zedillo es miembro del Consejo de Administración de Unión Pacific, la propia empresa beneficiaria de la concesión que él mismo otorgó como Presidente de México, lo que revela un escandaloso conflicto de intereses que alinea a Zedillo como jugador menor en el equipo de las grandes empresas de los Globalistas Internacionales, en contra de los Estados Nacionales (2).
Se equivoca Zedillo si piensa que en México hay elector alguno que pueda llamarse a engaño, por cualquiera de las abanderadas de los bloques partidistas en pugna: Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez, porque las dos mujeres mantienen posturas claras y congruentes con sus respectivas trayectorias. La Sheinbaum propone continuar con estilo propio el rumbo del actual gobierno, que implica conservar al ejército en tareas de seguridad, fortalecer la rectoría económica del Estado, mantener la disciplina financiera, reducir el gasto dispendioso del gobierno, impulsar el aumento del salario y en el ramo asistencial, reitera el apoyo económico directo a los más vulnerables.
Xóchitl no ha propuesto nada, pero su inclusión en la lista de líderes mundiales del Foro de Davos la identifica con los Globalistas Internacionales, y su crítica sistemática al actual gobierno ofrece el retorno a la partidocracia que fue rechazada en las elecciones de 2018. En el caso de ambas posturas, los mexicanos tenemos experiencia reciente en cuanto a sus resultados y expectativas y por tanto, no hay engaño posible.
(2) Ernesto Zedillo, expresidente de México. Recomiendo leer la semblanza completa.
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