Bajo la presidencia del Consejero Lorenzo Córdova Vianello, el Instituto Nacional Electoral ha socavado la esencia ciudadana del sistema de elecciones construido en nuestro país a partir de 1994, y en aras de controlar el resultado de los comicios, el INE se ha convertido en un arma de guerra burocrática en manos de factores reales de poder, que fueron echados de la Presidencia de la República y del Congreso en las elecciones de 2018.
Durante la campaña electoral de 2018, López Obrador ofreció que en el caso de resultar electo, plantearía una iniciativa de reforma a la Constitución, para incluir la Revocación del Mandato en la vía de consulta ciudadana, a la que se comprometió a someterse a la mitad del tiempo de su gestión. Una vez en el cargo el Presidente presentó la iniciativa que fue bien recibida hasta por la oposición, que vio la oportunidad de sacarlo del poder en forma anticipada; enseguida la reforma constitucional fue aprobada tanto por el Congreso como por las Legislaturas de los Estados, sin que hubiera resistencia al respecto.
El problema surge cuando los adversarios de López Obrador calculan que la consulta consolidaría al Presidente, e impidieron que se incluyera en las elecciones de 2021 como la lógica mandaba en términos económico presupuestales, aduciendo que la presencia de AMLO en la boleta, le daba ventaja a MORENA. A partir de entonces y frente al crecimiento de los índices de aceptación del Presidente, sus adversarios han hecho hasta lo imposible por evitar que el ejercicio de participación ciudadana se realice, lo que en el caso de Lorenzo Córdova en su carácter de autoridad electoral, es un desacato a la Constitución, que puede configurar un delito.
El argumento del INE, según el cual los recursos que le fueron asignados para el año entrante no le alcanzan para realizar la consulta, sienta un mal precedente, porque cualquiera autoridad dejará de cumplir la función que la Constitución le asigne, alegando “falta de recursos”. A Lorenzo Córdova y sus secuaces no les importa que el sistema electoral mexicano sea el más caro (y dispendioso) del mundo y hacen oídos sordos a los llamados a la austeridad y a enfrentar el reto de hacer más con menos recursos, a lo que convocan no solo López Obrador, sino la lógica elemental y la cruda realidad.
En las elecciones intermedias de 2021, el INE desplegó una estrategia perversa de exclusión quirúrgica de sesenta y ocho candidatos de MORENA a Gobernadores, Alcaldes y Diputados Federales, en Guerrero, Michoacán, Coahuila, Baja California y otras partes del país, con lo que puso en evidencia el abandono de su función de árbitro electoral, asumiendo en forma descarada el papel de protagonista en la disputa por el poder. Lorenzo Córdova ha traicionado la condición ciudadana del INE, muy alejado en la actualidad del origen del Instituto Federal Electoral, inspirado en los principios acrisolados en el Grupo San Ángel.
La pérdida de la esencia ciudadana del INE, deriva de la degeneración institucional que ha hecho pasar a la casilla electoral, de órgano fundamental del sistema, a cargo de ciudadanos designados por sorteo, al estatus de un “lugar” de recepción de los votos. A través de una lectura entre líneas de un simple manual operativo que el INE ha puesto por encima de la Constitución, en la enorme estructura de Capacitadores Asistentes Electorales (CAE), que implica un burócrata a sueldo por cada cuatro casillas, se ha infiltrado una red de agentes encubiertos que con el pretexto de “facilitar el funcionamiento de las casillas…” (1), el día de la jornada toman el control, llegando al extremo de que en muchos casos, son los CAE y no los ciudadanos sorteados los que cuentan los votos y llenan las actas.
Cualquiera que haya observado en los últimos años, la evolución del modo de operar de los CAE el día de la elección, habrá visto su presencia intrusa en las casillas, uniformados y equipados con chaleco, chamarra, dos gorras y mochila, ostentando emblemas de autoridad, relegan a un último plano los ciudadanos sorteados y desempeñan su labor de manipulación y control a discreción, según lo permitan las circunstancias particulares de cada casilla. Con Lorenzo Córdova a la cabeza, el INE lejos de ser una entidad ciudadana y un árbitro imparcial, es una herramienta de lucha política, al servicio de factores reales de poder de identidad obscura e intenciones inconfesables.
(1) Manual de Coordinadores y Coordinadoras de Capacitadores Electorales.
https://repositoriodocumental.ine.mx/xmlui/bitstream/handle/123456789/117571/ccoe-se16112020-p1-2-Inf.pdf?sequence=4&isAllowed=y
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