La elección del Papa León XIV como jefe de la Iglesia Católica es promisoria, porque los orígenes familiares y sociales del hombre, así como la trayectoria del Sacerdote y Misionero Agustino, lo revelan como el Papa idóneo en la situación concreta que viven hoy día la Iglesia y la Humanidad en su conjunto.
La aparición del Papa resultó sorpresiva a despecho de las apuestas mediáticas, que no vieron venir al personaje surgido de la entraña profunda de la Iglesia, desde un paisaje mixto urbano y rural, lejos del mundanal ruido. El nuevo Papa nació en 1955 y fue bautizado como Robert Francis Prevost; tiene su origen en la clase media de Estados Unidos y procede de una familia multiracial de inmigrantes de diversas partes; cuenta con una sólida formación lo mismo en teología y derecho que en matemáticas, que lo ha dotado de una visión práctica, universal y trascendente.
En su trabajo pastoral, igual en los barrios de Chicago que en la Región del Callao que es la zona más poblada del Perú, o en la costa norte y en la región montañosa de Chiclayo, el Pontífice descubrió la dignidad de los hijos de Dios en todas las ovejas a su cargo, sin atender a la cantidad de su lana o al color de su pinta (1). El nombre que eligió evoca al Papa León XIII, que en 1891 proclamó la Encíclica Rerum Novarum, iniciando la Doctrina Social de la Iglesia refrendada y puesta al día por Juan Pablo II en la Centesimus Annus, a la caída del Muro de Berlín y en plena globalización de la economía mundial.
En su día el Papa Francisco añadió a esta doctrina una crítica radical al sistema financiero mundial (Evangelii Gaudium), el compromiso de la Iglesia con los migrantes (Fratelli Tutti) y el cuidado al medio ambiente desde una óptica social, antropológica y trascendente (Laudato Sí). Lo más probable es que el nuevo pontífice continúe en la línea mencionada, a despecho de las elucubraciones sobre el bando político en el que habrá de situarse la Iglesia, en un mundo en el que las guerras económicas y los conflictos armados entre países y factores reales de poder de cobertura mundial, están a la orden del día.
Nada sería más inconveniente que asimilar a la Iglesia a alguno de los bandos en pugna, pues lo que corresponde a su misión es actuar como “luz del mundo y sal de la tierra…” Mateo 5:13-16. La disyuntiva materialista capitalismo o comunismo, implica un conflicto extremo entre las vertientes individual y colectiva de la naturaleza humana y en cambio, la Doctrina Social de la Iglesia postula como alternativa la búsqueda del Bien Común de la Sociedad basada en los principios de Solidaridad y Subsidiariedad, por medio de los cuales en cada caso concreto, se procura el equilibrio entre los intereses de individuo y colectividad.
Solidaridad es el principio de ayuda mutua entre seres humanos en virtud de su igualdad esencial (todos estamos en el mismo barco). Por subsidiariedad se entiende la intervención del Estado, después de agotada la capacidad de las comunidades u organismos intermedios que existen entre el individuo y la sociedad (tanta sociedad como sea posible y tanto estado como sea necesario).
(1) Papa León XIV. Perfil biográfico en versión del Opus Dei.
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