Zarpazo ruso.   

La guerra es el mayor  fracaso de lo humano en términos políticos  y diplomáticos y es imputable a los actores individuales y colectivos involucrados en cada caso  es decir,  a los  líderes y pueblos de la tierra  de cada tiempo y lugar, en la medida de  la  responsabilidad de cada cual,  porque la paz no es un bien gratuito, sino un objetivo permanente a construir  y fortalecer cada día, que debe estar fincado en la justicia.


La invasión de Rusia a Ucrania nos mueve a ser solidarios con  las   personas que sufren en carne propia,  el daño  que causa el conflicto bélico. En el caso se trata de dos sociedades hermanas que aunque distintas están incluidas en  un proceso milenario de civilización,   en  el  que comparten una historia común, hablan idiomas semejantes, han estado integrados en diversos sistemas políticos, y han mantenido  un intercambio cultural en múltiples órdenes, todo lo cual opera como un crisol, hasta el punto de que Vladimir Putín  reconoce a Ucrania como la Matriz de Rusia.    

La realidad y el sentido común indican  que Ucrania debe permanecer fuera de la OTAN y desprovista de armas ofensivas, porque la soberanía de los estados no es un principio absoluto, sino limitado por el derecho a la seguridad y la paz de la comunidad internacional; los antecedentes  recientes del caso  son  bien analizados a  partir de los  Tratados de Minsk,   por Jorge Zepeda Patterson (1). Habría que considerar además antecedentes remotos, desde las invasiones mongólicas que a partir del Siglo Trece asolaron durante trescientos años, pasando por las  luces y sombras de la época de los Zares  hasta la dictadura  comunista.  Hoy día los gobiernos y ciudadanos del planeta seguimos aferrados al recuerdo de la guerra fría, y en poco o nada hemos contribuido a  un acuerdo  mundial que responda a la realidad actual multipolar.   

Extraña  la torpeza o deliberada provocación de Joe Biden, que de una postura radical de utilizar a Ucrania como estandarte de guerra,  pasó a proclamar a los cuatro vientos  que ni los Estados Unidos  ni la OTAN reaccionarían en el plano militar  a una intervención rusa, lo que implica una invitación abierta  que alentó la invasión. Sin embargo los  responsables directos de esta guerra son los presidentes de los países beligerantes, por lo que resulta pertinente analizar los perfiles de ambos mandatarios, Vladimir Pútín de Rusia y Volodymir Zelensky de Ucrania, en tanto muestran  formas  contrastantes  de hacer política.

En el caso de Volodymir Zelensky (1978), se trata de un personaje  de la política espectáculo que caracteriza a nuestro tiempo; de familia judía, estudió derecho pero nunca pisó un tribunal; hizo carrera en los medios como como actor, comediante y productor, y  pasó a convertirse en  influencer en  las redes sociales (2). Desde estos  ámbitos Zelensky desarrolló un discurso cómico antisistema,  de crítica a la clase política de su país, así como en contra de la injerencia Rusa, lo que le granjeó una popularidad que llevada a la lucha electoral lo hizo Presidente de Ucrania,  como si los mexicanos eligiéramos presidente a Chumel o a Brozo.      

Vladimir  Putín (1952) es hombre  de otra talla; viene de un régimen en el que el sufrimiento era la regla; sus dos hermanos mayores murieron de hambre y de frío siendo niños en el sitio de Stalingrado; terminada la guerra  sus padres lo concibieron en edad madura en un  acto de fe en el futuro,  y fue bautizado en secreto. Estudió derecho y combinó la carrera diplomática con operaciones de  inteligencia  como Teniente Coronel de la KGB, lo que nutrió sus instintos básicos que lamentablemente, hoy salen a relucir; conoció occidente de primera mano y estando como agregado de seguridad en la embajada en Alemania Oriental, fue sorprendido por la caída del Muro de Berlín en 1989. De la era Soviética Putin habría dicho: El que pretenda olvidar el pasado comunista no tiene corazón, y quién  quiera volver a él, no tiene cerebro (3).  

Putin es parte de un movimiento nacional para devolver  alma e   identidad al pueblo ruso. En el ocaso y  caída de la Unión Soviética, además de la Catedral de Cristo Salvador de  Moscú,  destruida  hasta sus cimientos por Stalin y vuelta construir por Mijail Gorbachov y Boris Yeltzin (4), entre los años 1990 a 2005, en  Rusia  fueron restaurados 25,000 templos cristianos ortodoxos, y hoy día la Iglesia imparte educación primaria con apoyo de recursos públicos. Rusia ha  recuperado su bandera y  su escudo y Putin dirige  un país para el porvenir,  en el que  el respeto a los derechos humanos, la democracia y una economía de  libre mercado, están siendo construidos a contracorriente de un despotismo histórico, que ha dejado su  huella a través de los siglos.

(1) Los Motivos del Lobo de Jorge Zepeda Petterson.

https://www.yucatan.com.mx/editorial/2022/2/27/jorge-zepeda-patterson-los-motivos-del-lobo-302798.html

(2) Perfil de Zelenzky

https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-60484959

(3)

Los datos relativos  a la biografía y perfil de Vladimir Putin,   fueron tomados del libro “Vladimir Putin”, de Frédéric Pons, Editorial El Ateneo.

Libro de Biográfico de Vladimir Putin por Frédérick Pons

(4 ) Catedral de Cristo Salvador.

https://es.wikipedia.org/wiki/Catedral_de_Cristo_Salvador_de_Mosc%C3%BA

 

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