De cara a la Cumbre de Lideres de América del Norte que concluye hoy en nuestro país, la captura de uno de los delincuentes más buscados es un importante logro del Gobierno de México en la lucha contra el narcotráfico y al mismo tiempo, revela la gravedad del problema instalado en las fibras más íntimas de una sociedad en crisis existencial y afectada en su salud mental, lo que demanda una regeneración cultural desde la propia base social.
La captura del Capo saca la espina clavada desde el intento fallido de octubre de 2019, lo que indica que de aquel entonces a la fecha, han cambiado las cosas. Las nuevas reglas de respeto mutuo y cooperación México-EEUU, que incluyen un rol acotado de la DEA, la sujeción del Ejército Mexicano a un marco constitucional que antes no existía, y la formación aún en proceso de la Guardia Nacional, han generado una estructura más fuerte y una cadena de mando y responsabilidad con mayor poder operativo, así como una mejor coordinación entre las autoridades de los tres niveles de gobierno.
Sin embargo no se deben echar campanas al vuelo. El problema de seguridad sigue vivo, además de que el sordo resentimiento de algunos sectores que se benefician del narcotráfico y el desasosiego de la oposición y de la prensa del viejo régimen frente al éxito del operativo en comento, revelan el vicio ancestral de anteponer los intereses particulares que apuestan al fracaso del gobierno en turno. Muy bien que el Canciller Marcelo Ebrard haya insistido durante la Cumbre que se detenga el tráfico de armas que proceden de los EEUU, porque dicho comercio ilícito impulsa y protege al tráfico de drogas, y es la causa primera de violencia en nuestro país.
Existen otros asuntos en la agenda de la Cumbre. En cuanto al tema migratorio, Biden viene de hacer una escala en la ciudad de El Paso, en la que fue su primera visita a la franja fronteriza después de dos años en la Casa Blanca, sin más resultados que haber recibido una andanada de reclamos del Gobernador de Texas y de diversas Organizaciones Civiles. López Obrador pide normas que regulen el ingreso de migrantes a los EEUU, como necesario para definir la línea la cooperación que se espera de México sin embargo, se ve difícil superar las diferencias entre Demócratas y Republicanos en el Congreso, para votar una Ley que de modo integral se ocupe del tema y legalice la situación migratoria de once millones de mexicanos radicados en los EEUU, como lo solicita López Obrador.
Es importante que de la Cumbre surja una evaluación de los resultados medibles, en dos ejes básicos de la estrategia migratoria conjunta: La integración del sureste mexicano mediante obras como el Tren Maya y el Corredor Transístmico, así como el fortalecimiento de Centroamérica en base al apoyo de México y Estados Unidos al desarrollo de la infraestructura y comercio de la región, para retener a las personas en sus comunidades de origen y atender a los más vulnerables por medio de los programas sociales del Gobierno de México, en aquellas Repúblicas a las que Donald Trump llamó “países mexicanos” (1).
Además de los retos que anteceden, las disputas comerciales en el marco del T-MEC, en cuanto a la protección del Gobierno de los EEUU a su industria automotriz, y la protección de las leyes mexicanas al sector eléctrico estatal, son importantes y dignas de ser atendidas. Lo deseable y previsible es que tales diferencias no prevalezcan sobre la convicción conjunta de fortalecer la relación comercial compartida, ni sobre la voluntad de lograr la mayor integración económica, dentro del respeto a la soberanía de los países involucrados.
0 comentarios