Las acusaciones en contra de Marcelo Ebrard, hechas por la ex embajadora Martha Bárcena, según las cuales el Canciller habría comprometido a nuestro país en el pacto migratorio “Quédate en México”, a espaldas de la propia Embajadora y sin conocimiento incluso del Presidente López Obrador, nos ofrece la oportunidad de ir más allá del pleito mediático, y analizar la actual política migratoria en las relaciones México-EEUU.
La sucesión del gobierno entre Donald Trump y Joe Biden no implicó un cambio en la política migratoria de los Estados Unidos, pese a las aparentes diferencias en los discursos entre Demócratas y Republicanos. El resumen de los acuerdos entre México y Estados Unidos de 2018 a la fecha, se concreta en la instalación de un filtro migratorio en la frontera de México y Centroamérica, en la asignación de un apoyo conjunto de México y los EEUU al desarrollo de los países de América Central, y el impulso al sureste mexicano, mediante grandes inversiones del Gobierno de México en infraestructura y obras productivas (1).
A lo anterior se agrega el acuerdo del plan “Quédate en México”, por el cual México asumió la condición de país de asilo temporal de migrantes de todo el mundo que quieran ingresar a los Estados Unidos, mientras dure su proceso legal, lo que fue pactado entre los gobiernos de López Obrador y Donald Trump, aunque el año pasado vino a ser motivo de burla para Trump, al declarar que le fue fácil doblegar a nuestro gobierno en dicho acuerdo, con la amenaza de imponer tarifas arancelarias a productos mexicanos. El Canciller Ebrard desestimó la balandronada trumpista, por haberse dado en el marco de la pasada elección al Congreso de los EEUU.
Dos años después de haber dejado la embajada de México en Estados Unidos, Martha Bárcena revive el tema asegurando que en la celebración del pacto Quédate en México, Ebrard comprometió a nuestro país a espaldas de la Embajadora y sin conocimiento del propio López Obrador, dando a entender que la decisión al respecto haya sido lesiva para los intereses de nuestro país, desde la perspectiva migratoria y diplomática. No tiene sentido participar ni del chisme ni de la reyerta mediática resultante y en cambio, es oportuno analizar si nuestra política de Estado en el tema migratorio y en particular en cuanto al asilo temporal, es o no pertinente, con amenaza de los aranceles o sin ella.
La actual política migratoria de México no es suficiente, pero es más completa que cualquiera otra del pasado, y el asilo temporal que aceptó nuestro país es congruente con la lucha histórica sostenida por un trato humanitario y digno a nuestros compatriotas en los EEUU, cuya exigencia obliga a México por reciprocidad con los migrantes que procedan de otras partes del mundo. Esta política en la que México asume la parte de la responsabilidad que le corresponde, se entiende a la luz de la alianza estratégica entre México y los EEUU y de la integración cultural y social de ambos pueblos, que es consecuencia de que compartamos el mismo territorio, lo que es algo más que una vecindad geográfica irremediable.
El acuerdo Quédate en México no es perfecto. Lo ideal sería un mundo en el que el problema migratorio no existiera; que todos los hombres y mujeres del planeta fueran felices en sus respectivos países de origen y aquel que quisiera, con solo pedirlo, tuviera trabajo y ciudadanía en el Sueño Americano. Lo anterior no es una realidad posible porque es un sueño, y los sueños, sueños son.
(1) Si deseas mas información sobre el tema migratorio México-EEUU, te propongo mis artículos Países “mexicanos” y Cumbre Migratoria.
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