La Exhortación Apostólica Laudate Deum del Papa Francisco sobre el cambio climático, publicada el 4 de octubre pasado, contiene una crítica a los criterios de economía y de política, que impulsan al Paradigma Tecnocrático en el llamado Nuevo Orden Mundial.
En estos tiempos los Papas han dejado atrás el lenguaje admonitorio que condenaba a desobedientes y heterodoxos, con el objeto de dirigirse al hombre y a la sociedad que exigen ser tratados como adultos, aunque con frecuencia no se comporten como tales. Hoy día la Iglesia difunde sus enseñanzas bajo la forma de Exhortación Apostólica, lo que por definición es un intento por convencer a los creyentes y a todos los hombres de buena voluntad, por medio de la razón y la verdad revelada, para que realicen una acción o comportamiento determinados.
Francisco retoma el tema del calentamiento global que trató hace ocho años en la Exhortación Laudato Sí, que antecede a la actual Laudate Deum. Hoy día el Pontífice reitera su mensaje de cara a la cumbre COP28 que tendrá lugar en Dubai el mes próximo al amparo de la Convención Marco de las Naciones Unidas, que convocó a las reuniones que emitieron los Protocolos de Kioto en 1997 y de París en 2015, que son hitos históricos de los esfuerzos hasta ahora fallidos, por reducir las emisiones de gas efecto invernadero, que ocasiona la producción industrial en el mundo.
El Papa sale a la periferia y rebasa el tema ecológico por considerarlo parte de un reto social integral que incluye la protección a la vida humana y a la dignidad de la persona, y aborda tópicos de economía y política mundial lamentando el empeño de las empresas transnacionales en obtener la mayor ganancia económica con la mínima inversión, en el menor tiempo posible, aún a costa de la destrucción del planeta. Bergoglio opina que el mundo está bajo el yugo del llamado Paradigma Tecnocrático que al margen de todo referente moral alimenta la carrera armamentista, erige una estructura de dominación y genera una cultura de muerte, contrarias a la cosmovisión cristiana en la que el ser humano es responsable del cuidado de la Creación.
En cuanto al (des) Orden Mundial, Francisco entra de lleno a la disyuntiva entre el poder unipolar que ejercen en forma unilateral los Estados Unidos y sus aliados, y la multilateralidad que proponen Rusia, China y algunos países en desarrollo. Sin mencionar de modo expreso a los países que mantienen tales posturas en controversia, el Papa Jesuita opta por el acuerdo multilateral consensuado de los diversos poderes nacionales, y consciente de que los poderosos de la tierra no lo escuchan, convoca a los pequeños a “reconfigurar el poder desde abajo”, mediante la acción directa de la sociedad en el ámbito municipal y regional de cada país.
La propuesta papal podrá ser considerada pertinente, utópica o escandalosa, según el parecer de cada quién, pero tiene el mérito de ser un llamado a repartir el ejercicio del poder con la responsabilidad compartida que eso implica. Además la irrelevancia de la ONU y la amenaza del Paradigma Tecnocrático exigen un cambio en la política mundial, respecto a lo cual el Papa sugiere crear autoridades internacionales dotadas de herramientas jurídicas y materiales que garanticen la protección del medio ambiente y la tutela de los derechos fundamentales de la persona humana. Está claro que cuando al inicio de la Laudate Deum, Francisco dice que “el mundo se desmorona…”, no solo se refiere a la cuestión ambiental o climática, sino a la Creación, como universo existencial amenazado por el hombre (1).
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