Las declaraciones del embajador Ken Salazar y del Mayo Zambada en torno al arresto de éste último en los Estados Unidos, confirman el papel que juegan las autoridades de aquel país en el tráfico de drogas en el mundo, no solo por vías institucionales, sino a través de los propios capos y de los cárteles.
El embajador Salazar dice que su Gobierno no intervino en el traslado del Mayo de Sinaloa a los EEUU, ni con sus agentes ni con sus recursos, sino que Joaquín Guzmán López apareció en aquel país, se entregó al FBI y a su vez entregó al Mayo, al que llevaba en calidad de secuestrado. El diplomático añade que lo acontecido es un gran triunfo de colaboración entre México y los EEUU en el combate al narcotráfico, lo que no es congruente con el previo deslinde expresado por Salazar, pero al menos revela su deseo de evitar que la operación dañe la relación bilateral (1).
Para disimular el rol de los EEUU, el Mayo niega la entrega, hace suya la versión del Embajador y agrega que fue emboscado por Guzmán López, al ir a una reunión con el Gobernador Rocha Moya y el ex rector de la Universidad de Sinaloa Héctor Melesio Cuén Ojeda, diputado federal por el PRIAN, electo en los comicios del pasado 2 de junio. El Gobernador tendrá que responder a lo señalado por el Mayo, y por lo que hace a Cuén Ojeda, su muerte hace sospechar que fue asesinado para facilitar la sucesión en el mando del Cártel, pactada en favor de Ismael Zambada Sicairos, el Mayito Flaco.
La información zigzagueante y a cuenta gotas y la nula credibilidad de los protagonistas, autoridades y delincuentes, conducen al observador a concluir que las agencias de inteligencia de los EEUU, no solo actúan por vías institucionales. La propia versión del embajador deja entrever una operación de narcos actuando como agentes oficiosos o encubiertos de las autoridades estadounidenses, las cuales reciben en su territorio y someten a su jurisdicción a ambos capos, lo que revela por lógica deductiva de dónde viene la autoría intelectual de lo ocurrido.
No es que el Gobierno de los EEUU tenga el control absoluto y en detalle del narcotráfico, pero el fenómeno como tal implica un apoyo político, logístico y militar de alcance mundial que el Cartel de Sinaloa no tiene la capacidad de aportar y tal cosa está probada con la fragilidad sumisa exhibida por maleantes que se supone son jefes entre los jefes. En el marco de la actual guerra comercial entre China y Estados Unidos, emerge de oriente el tráfico de fentanilo, y los cárteles que operan en México no tienen empacho en actuar por su cuenta movidos por una ambición insaciable y el Gobierno de Biden responde con cálculo político de cara a la elección presidencial.
La actual guerra de las drogas tiene como antecedente histórico la lucha por el mercado global iniciada en las Guerras del Opio (1839-1860), cuando para nivelar su balanza comercial Inglaterra emprendió el cultivo del narcótico en la India e impulsó su tráfico y consumo masivo en China, con lo que la Pérfida Albión se apoderó de los principales puertos comerciales del gigante asiático, para convertirse en Reina de los Mares.
La ficción ofrece su propio referente en la película “Infiltrados” (2006) dirigida por el genio de Martin Scorsese, sobre una trama policiaca magistral y un gran reparto: Martin Sheen, Leonardo DiCaprio, Matt Damon, etcétera, en la que el jefe de la mafia Frank Costello interpretado por Jack Nicholson, resulta ser un agente encubierto de la DEA.
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