La conmemoración del nacimiento de Jesús de Nazareth irrumpe cada año en un mundo en tinieblas, como Luz que todos los hombres de buena voluntad y no solo quienes nos decimos cristianos, debemos de mantener encendida todos los días.
En medio del milagro del Verbo Encarnado, la Navidad evoca las vicisitudes humanas que Cristo tuvo que arrostrar desde el Pesebre de Belén hasta la Cruz del Calvario. En este camino el Salvador aparece en su condición de niño, cuya familia es forzada a emigrar al país de Egipto perseguida por el Rey Herodes, como una especie de anuncio de la persecución que por siglos han sufrido muchos de los discípulos de Jesús y en general los débiles de este mundo, de parte de los poderes terrenales representados en aquel entonces por el reyezuelo de Galilea.
Ante la realidad ominosa que se cierne sobre la humanidad en nuestros días en forma de guerras que amenazan convertirse en una conflagración mundial, en vísperas de Navidad el Papa Francisco alza su voz como profeta de nuestro tiempo y denuncia la violencia que desemboca en muerte y destrucción. En el caso de la Guerra en Palestina, que para cristianos judíos y musulmanes es Tierra Santa, el Papa se duele de que más que una guerra, se trata de una crueldad y una eliminación masiva de hombres, mujeres y niños.
Lo que hoy ocurre en Palestina no se justifica con el presunto derecho a la defensa que el Gobierno Israelí aduce como casus belli por la agresión del grupo Hamas del 7 de octubre de 2023, que tuvo como saldo la muerte de mil personas y el secuestro de 251 rehenes israelíes. La brutal respuesta Sionista ha causado la muerte a cuarenta y cinco mil víctimas inocentes y el éxodo de dos millones de refugiados, sin considerar los fallecidos de hambre y sed, sobre todo niños y niñas, que resultan del bloqueo de la ayuda humanitaria a territorio Palestino, lo que rebasa los límites de la de por sí permisiva Ley del Talión y sitúa a Israel con creces, en el nivel terrorista de Hamas.
En efecto, la antigua Ley que autorizó el cobro de ojo por ojo y diente por diente ha sido sobrepasada en Palestina por la agresión diaria del Ejército Israelí perpetrada desde hace catorce meses, y lo que parece increíble es que acontece con el apoyo de los Estados Unidos y de algunos otros países de occidente de cultura cristiana. Por eso el Papa se niega a celebrar la Navidad como si nada pasara, y establece un contraste entre la propuesta de Paz y Fraternidad del Mensaje Cristiano, con el horror del rumbo tomado en contrario por los poderes del mundo, en aras del control político y económico.
Las palabras del Papa Francisco iluminan las tinieblas del mundo e interpelan no solo a los cristianos, sino a todos los hombres de buena voluntad, para que cese de inmediato la agresión al Pueblo Palestino.
(1) Milenio. Mensaje del Papa Francisco sobre la guerra en Palestina y reacción de Israel.
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