La aprobación por el Senado de la República, de una ley que prolonga el período del Ministro Arturo Zaldívar como presidente de la Suprema Corte de Justicia hasta 2024, enfrenta una reacción que de pronto, dificulta tratar el tema de modo reflexivo. Quienes se oponen a la prórroga la tildan de inconstitucional y en torno a ello se ha desatado una guerra mediática estridente y estéril, por lo que urge que la polvareda se apacigüe con la aparición del siguiente escándalo que nos depare el actual proceso electoral, y la importante materia de la discusión que implica la reforma que requiere nuestro sistema de justicia, sea debatida además de la las páginas de los periódicos y las redes sociales donde corresponde, dentro del curso del propio proceso legislativo en curso, y mediante la participación ciudadana en foros académicos y políticos
Se trata de una nueva Ley Orgánica del Poder Judicial Federal, que entre otras cosas pretende reforzar los sistemas de capacitación de jueces de carrera, y blindar el sistema de casos de corrupción, que en su fase de discusión en comisiones mereció la aprobación general, al extremo de que el Senador Miguel Mancera, que ocupa el escaño en virtud de la alianza PAN-PRD, la presumió como un gran logro de la actual legislatura. Los detractores de la prórroga se duelen de que a última hora, en el momento previo a la votación en el Pleno de la Cámara Alta, el Partido Verde propuso la adición de un artículo transitorio para que el actual presidente de la Corte, y el resto de los Consejeros de la Judicatura Federal vean prorrogadas sus respectivas gestiones por dos años, para aplicar las reformas en condiciones de continuidad.
No obstante que durante la sesión se leyó el transitorio y admitió a discusión, ningún legislador se anotó como orador para hablar a favor o en contra, y enseguida se procedió a votar y se aprobaron tanto el proyecto de ley como el transitorio incluido. Los senadores de la bancada PAN-PRD se dicen sorprendidos por lo que califican como albazo o madruguete y la reacción se entiende, porque aunque se supone que los inconformes debieron estar atentos en su función de legislar; la verdadera gran sorpresa consiste en que la iniciativa aprobada por Morena y sus aliados habituales, en cuanto al transitorio referido, fue respaldada por la bancada del PRI bajo el discreto cabildeo de la senadora Beatriz Paredes, por lo que la prórroga obtuvo un respaldo mayoritario contundente, de ochenta votos a favor, veinticinco en contra y cuatro abstenciones.
En un principio fue notable la participación de los senadores del PRI que apoyaron la prórroga, pero enseguida la guerra mediática la borró del escenario; la dirigencia del tricolor tampoco ha dicho esta boca es mía y se entiende, porque lo acontecido esboza una alianza de hecho cuya duración y alcances son de pronóstico reservado, entre un sector importante del tricolor considerado ortodoxo en términos del viejo PRI, y el proyecto morenista. La postura de los senadores priístas es un desafío a la cúpula del tricolor, cuya franquicia hoy día es operada por la generación llamada neoliberal de Peña Nieto, hermanos Moreira, Osorio Chong, etcétera, que a raíz del regreso del PRI en 2011, inició la época actual que sin duda, ha sido y es la más corrupta y desprestigiada del PRI de todos los tiempos.
Por otra parte, es fácil recordar a la hoy senadora Beatriz Paredes, como la joven talentosa de Tlaxcala que se incorporó al sistema priísta durante la presidencia de Luis Echeverría, lo que sumado a su trayectoria la identifica como una militante de centro izquierda, partidaria del estado rector que ejerce el control de los sectores estratégicos de la economía nacional, cuya visión es congruente con la de López Obrador. La larga carrera política de Beatriz la revela como una mujer de prestigio, que ha permanecido ajena a los escándalos de corrupción que definen a la cúpula actual priísta, y la coincidencia en el voto en el Senado cuyo comentario nos ocupa, es el anuncio de una lucha por el poder en el seno del PRI a corto plazo.
Otra consecuencia de lo acontecido, es que el voto coincidente de los senadores de Morena y del PRI en este caso, es un torpedo que pega por debajo de la línea de flotación de la alianza del PRI con el PAN y el PRD en el actual proceso electoral, y es probable que en función de los resultados de la elección en curso, en la que sin duda PAN y PRD verán menguada su votación, Morena obtenga el apoyo por evento o en forma permanente, de un sector de diputados del PRI en la Cámara de diputados de la próxima legislatura, para integrar o fortalecer mayoría.
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