El discurso del embajador Ken Salazar en la Sede Diplomática de los Estados Unidos el viernes pasado, en la celebración anticipada de los 247 años de vida independiente de los EEUU, que se cumplen hoy 4 de julio, contiene un inusitado elogio a la política del Gobierno de México, que no deja de sorprender.
En el evento realizado en Embajada de los EEUU en Avenida Reforma de la Capital Mexicana, Salazar hizo un relato minucioso de los trabajos de ambos países en los últimos años, elogiando el desempeño del Gobierno de México en cada uno de los puntos de la agenda bilateral. Desde la integración económica en el marco del T-MEC, el tema migratorio vinculado a las grandes inversiones en el sureste mexicano, hasta el reconocimiento a la colaboración en el combate al tráfico de fentanilo, en cuya materia Ken Salazar asegura que se han hecho “decomisos sin precedente”.
Es cierto que las buenas maneras son parte de la diplomacia pero en su panegírico, pareciera que el embajador Salazar hubiera entrado a la defensa de la 4T, partiendo del catálogo de críticas que hacen los adversarios del régimen, para responder como lo hizo, una por una, a las descalificaciones que inundan los medios de comunicación y las redes sociales en contra del actual gobierno. El discurso del Embajador enlaza el festejo de la Independencia de su país con una felicitación a López Obrador por el quinto aniversario de su triunfo electoral en 2018, y unifica ambas celebraciones, con el doble grito: “Happy Birthday America”, ¡Viva México!.
No cabe duda que la relación entre México y los Estados Unidos pasa por uno de sus mejores momentos y ello se debe a la postura asumida por el Gobierno de la 4T, que ofrece colaboración plena en una relación igualitaria de coordinación, a despecho del esquema histórico de supra a subordinación. Este nuevo estilo de cooperación con dignidad, se ha construido entre la irreverencia y el desenfado aparentes con los que López Obrador conduce las relaciones diplomáticas, y ha resultado exitoso en el entorno de la guerra económica entre China y el vecino país, que potencializa el peso específico de la posición mexicana en la relación con los EEUU.
También es verdad que en el dulce sabor de las buenas maneras la diplomacia suele ocultar el veneno de segundas intenciones, que sugieren injerencias que pueden convertirse en imposición. Así se percibe cuando Ken Salazar aprovecha para decir que aunque los Estados Unidos no se meten en nuestra política interna, y solo a los mexicanos compete elegir a su próximo Presidente, el Embajador orienta el azucarado elogio en favor de Marcelo Ebrard, por el mérito que le atribuye al ex Canciller en la hechura de la buena conexión entre ambos países, cuando fue Secretario de Relaciones Exteriores (1).
El discurso cae como balde de agua fría sobre la oposición por el respaldo que significa para el Régimen de la 4T. Habrá que ver si al interior del obradorismo, en proceso de elegir candidato a la Presidencia, el abrazo sospechoso de Ken Salazar al ex Canciller sea bien recibido, o se perciba como metiche injerencia y resulte contraproducente para el hoy precandidato Marcelo Ebrard, de tal suerte que clame al Embajador diciendo: ¡No me ayudes compadre!.
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