La declaración del ex presidente Ernesto Zedillo ante la Barra Internacional de Abogados IBA el domingo pasado, según la cual la Reforma Judicial recién aprobada, “sienta las bases para que México se convierta en una tiranía…”, revela la intervención de factores de poder ajenos a la política interna de nuestro país.
Zedillo carece de autoridad moral para hacer esta crítica, cuando él mismo siendo Presidente arrasó con el Poder judicial destituyendo a la totalidad de los Ministros de la Corte de aquel entonces, no para cambiar el modelo a un sistema de elección directa de los Juzgadores, sino para eliminarlos y substituirlos para imponer a otros, como le vino en gana. El hecho insólito que mantuvo acéfalo al Poder Judicial durante un mes escandalizó al célebre constitucionalista de aquella época Ignacio Burgoa Orihuela, quién lo calificó como Golpe de Estado.
La Presidencia de Zedillo inició con una crisis económica que estalló en el llamado error de diciembre de 1994, veinte días después de haber asumido el cargo, y enseguida se echó en brazos de los Estados Unidos en tiempos de Bill Clinton. Zedillo hipotecó la producción de petróleo en garantía del auxilio financiero que le brindó Washington y a partir de ese momento escalaron las privatizaciones iniciadas en el sexenio de Salinas de Gortari en favor de capital extranjero, lo que reveló la maniobra como una extorsión de proporciones internacionales.
Zedillo se convirtió en lacayo de intereses transnacionales e hizo de nuestro país un rehén de la globalización de la economía mundial, que en aquel entonces se expandía a tambor batiente en todo el planeta. La crisis económica provocó la quiebra de los bancos privados a los que Zedillo rescató mediante una inyección al bolsillo de los banqueros, haciendo que el Gobierno de México contrajera una deuda que estamos pagando treinta años después, en vez de capitalizar a las instituciones bancarias a través del apoyo directo a ahorradores y deudores, a quienes dejó en completo abandono.
Durante el régimen de Zedillo se suscitaron violaciones graves a los Derechos Humanos, como ocurrió en las masacres de Aguas Blancas en el Estado de Guerrero y de Acteal en la que fueron asesinados 43 indígenas tsostsiles en el interior de un templo cristiano en los Altos de Chiapas. La investigación de estos eventos llevó a juicio al gobierno zedillista ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, lo cual sujetó al expresidente con mas fuerza al poder de intereses globales, que lo convirtieron en soldado incondicional a su servicio.
En efecto, el colmo de la complicidad de Zedillo con intereses ajenos al bien común de los mexicanos, quedó de manifiesto cuando después de privatizar Ferrocarriles Nacionales, desaparecer los trenes de pasajeros y repartir las rutas y trenes de carga entre transnacionales, Zedillo se hizo empleado de la Union Pacific, una de las empresas beneficiadas por su gobierno con una concesión ferroviaria. Ahora que está de moda, sería bueno saber si lo anterior puede ser calificado como Traición a la Patria o solo es un robo colosal y un descarado conflicto de intereses (1).
(1) Si deseas más información sobre el tema, te ofrezco mis artículos Zedillo contra la 4T y ¿Guardianes de la Democracia?, en este mismo Blog Archivo Adjunto.
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