El pleito entre Alejandro Moreno, Presidente del Consejo Ejecutivo Nacional del PRI y el gobernador de Hidalgo Omar Fayad, por el intento del primero, para imponer a Carolina Viggiano Austria, como candidata al gobierno de dicha entidad en las elecciones que tendrán lugar este año, revela tanto la profunda crisis en que se encuentra el PRI, como el colapso general del sistema de partidos, que estuvo en pié hasta las elecciones de 2018.
Como es del conocimiento, la Comisión Política Permanente del PRI tomó el acuerdo la semana pasada, de ir con el PAN y el PRD a las elecciones en el Estado Hidalgo, dejando al PAN la designación de una candidata mujer como abanderada de la coalición (1). Lo anterior ha sido considerado por Fayad como una jugada que abre la puerta a la designación como candidata de la coalición a Carolina Viggiano, Secretaria del CEN del PRI que como tal, forma parte de la burocracia carroñera que disfruta de los despojos remanentes del tricolor, lo que al parecer amenaza los planes del gobernador Fayad, del que se dice apoya a otro precandidato.
El tono de la reyerta es fuerte porque ambas partes se acusan entre sí de traición sin embargo, con independencia del efecto que puedan tener estos hechos en el proceso hidalguense, el sainete revela el deterioro de los partidos PRI y PAN, porque tan malo resulta el intento de imposición de la Viggiano desde la cúpula priista como propuesta del PAN, como escandalosa es la sola posibilidad de que el PAN se preste a una simulación de tal naturaleza. Pese a que el PAN cuenta con una presencia territorial superior a la del PRI, y tiene un futuro posible que en caso del tricolor no se avizora, lo cierto es que en la alianza PRI PAN el blanquiazul va como furgón de cola, en virtud de la enorme habilidad para la grilla sucia y la intimidación, que caracteriza a la camarilla que manda en el PRI.
Lo anterior se puso en evidencia en las elecciones de 2021, en las que el PRI fue en alianza donde le convino y en donde no le convino, como fue el caso de Coahuila, compró a los cuadros principales del PAN con empleos en el gobierno, complicidades o privilegios, y el PRI se nutrió de la clientela electoral del PAN, hundiendo al blanquiazul en el sótano de los resultados. Los hechos indican que el ascenso de MORENA no fue la causa del colapso del PAN ni del PRI, sino más bien fue el efecto o resultado, porque la debacle tiene su origen en la toma del mando en ambos partidos, por una generación corrupta, que en cada caso ostenta el control.
Respecto al PRI, la llegada de Enrique Peña Nieto a la Presidencia de la República fue financiada con recursos públicos de los estados gobernados por el PRI, como parte de una estrategia que operó Humberto Moreira Valdés, primero como Gobernador de Coahuila y enseguida, desde la Presidencia del Comité Ejecutivo Nacional del PRI. El cartel de gobernadores priístas endeudó salvajemente a los estados de Coahuila con los hermanos Humberto y Rubén Moreira, Chihuahua con César Duarte, Nuevo León con Rodrigo Medina, Veracruz con Javier Duarte, etcétera (2).
Cuando estalló el escándalo por el saqueo a los Estados, Moreira Humberto renunció a la dirigencia del PRI, pero en base a los antecedentes referidos, su hermano Rubén hoy manda como poder tras el trono. Como cabeza de la bancada priista en la Cámara de Diputados, Rubén Moreira coqueteó con la Reforma Eléctrica de López Obrador a despecho del PAN, utilizando su oferta de apoyo como moneda de cambio por mayor espacio territorial, incluida la gubernatura de Hidalgo para su esposa Carolina Viggiano y al verse rechazado, Rubén persiste en el mismo objetivo, ahora por el camino de la imposición y de la simulación.
En cuanto al PAN, la burocracia trepadora que encabezan Ricardo Anaya y Marko Cortés secuestró al padrón de militantes y con ello se apoderó del control. En la era Peña Nieto las cúpulas del PRI y del PAN tejieron una alianza en la que ambos partidos se hicieron “la misma cosa”; olvidaron su ideario, despreciaron a su militancia, descartaron sus mejores cuadros, dieron la espalda a los ciudadanos, y se entregaron a sus negocios al amparo del poder público. El PRD vivió una situación similar que culminó con la salida de López Obrador y la fundación de MORENA como frente plural, que se convirtió en destino natural de aquellos políticos que de facto fueron echados de sus partidos de origen; el mismo trasiego ha ocurrido con las preferencias electorales, y lo demás es historia
(2) Para más información sobre el regreso del PRI a Los Pinos, con recursos públicos robados a los Estados, consultar los artículos “Corrupción desafiante” y “Riquelme en su paraíso”, en este mismo Blog, Archivo Adjunto.
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