La caída de la ciudad y puerto de Mariúpol en el contexto de la guerra entre los países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y Rusia, confirma que la estrategia de Moscú apunta a fortalecer su control sobre la costa del Mar Negro y la frontera con Ucrania, que incluye consolidar la presencia rusa en las provincias orientales del Dombás (Dunetsk y Lushansk).
Los hechos desmienten las opiniones que aseguraron que Rusia pretendía la ocupación total de Ucrania mediante una guerra relámpago, y fortalece la visión de que si bien Rusia es el agresor, la OTAN se revela como la provocadora del conflicto, al poner oídos sordos a los reclamos diplomáticos del Kremlin respecto a la seguridad de la frontera rusa. La guerra ha escindido a la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas ONU, que aunque en un principio condenó la invasión, se encuentra dividida en cuanto a la aplicación de sanciones económicas a Rusia y la mayoría de los países miembros insiste en que se busque una forma negociada para poner fin al conflicto.
La versión de la guerra total se hizo creíble en virtud de la incursión profunda del ejército ruso al interior del territorio ucraniano, que destruyó bases militares, vías de comunicación y otros elementos de infraestructura, y puso en vilo a Kiev, la capital sede del Gobierno. La destrucción sirvió para despejar el terreno y proteger la retaguardia del Ejército Ruso, que puso su mira en el objetivo de proteger la frontera entre Ucrania y Rusia, consolidar su control sobre la Península de Crimea y ocupar las regiones separatistas del Dombás, cuya independencia de Ucrania reconoció el gobierno de Moscú días antes de emprender las acciones bélicas.
Desde la caída de la Unión Soviética el territorio ucraniano es zona de conflicto, debido a la disputa por territorios fronterizos de población rusa, lo que en 1995 hizo que el sobreviviente del Gulag y Premio Nobel Alexander Solzhenytsyn, calificara los límites entre ambos países como una “falsa frontera leninista, determinada por el déspota Kruschev…”. (1). En esta visión geopolítica se basan los reclamos de Rusia sobre la región del Dombás y en la estrategia al respecto cifra la seguridad de su frontera con Europa, por lo que en la lógica obscura de la guerra, se explica la actual ofensiva sobre la ciudad de Severodonetsk y otros focos de resistencia ucraniana, que aún operan en espacios ocupados por el ejército ruso.
Lo más grave es que no existen esfuerzos diplomáticos serios para poner fin al conflicto armado y al contrario, los países de la OTAN por una parte niegan a Ucrania el ingreso a la alianza al tiempo que le dan armas para que el pueblo ucraniano se desangre en una guerra en la que sus principales promotores se lavan las manos, mientras el presidente Zelensky sigue apostando a la guerra de propaganda. Las sanciones económicas a Rusia están generando consecuencias económicas desastrosas para todos los pueblos de la tierra incluida Europa, mientras occidente inyecta dinero a raudales para atizar la escalada de muerte y destrucción, que amenazan al planeta entero.
Esta actitud suicida de los países de la OTAN, debe ser revertida; se requiere un esfuerzo mayor de la ONU, ya que si bien en un principio dicho organismo asumió un papel esperanzador, el intento ha sido insuficiente y el resultado ineficaz (2). Es cierto que la ONU requiere ponerse al día, pero es la institución que la humanidad tiene a la mano como la única entidad que no excluye a discreción a estados miembros actuales o potenciales, como suele ocurrir con las organizaciones internacionales de cobertura regional, que al admitir o rechazar a conveniencia a sus asociados según los vaivenes de la política, contravienen el propósito con el que han sido erigidos, que es el de resolver las diferencias y fortalecer los puntos de acuerdo entre los distintos países (1)
(1)
El Problema Ruso, ensayo de Alexander Solzhenytsyn 1995, Amazon.
(2)
Si deseas mas información sobre la guerra de Ucrania, consulta mis artículos: Zarpazo Ruso, La ONU, ¿cartucho quemado? y AMLO, el Papa y la guerra, en este mismo Blog Archivo Adjunto.
Y el hombre es y seguirá siendo el lobo del hombre.
Asi es.
Por eso debemos alimentar la parte de nosotros que nos hace hombres, y no la que nos hace lobos.