La amenaza de Donald Trump en el sentido de intervenir en nuestro territorio, en base a un decreto de su autoría que declara terroristas a los cárteles del narcotráfico que operan en México, revela la hipocresía que implica ver la paja en el ojo ajeno, sin ver la viga en el propio (Lucas 6:37-42).
Habrá que precisar que los cárteles en cuestión no son mexicanos propiamente dichos, sino parte de una red transnacional en la que operan criminales de distintas nacionalidades: chinos, mexicanos, estadounidenses, etcétera. Hace cien años los gringos trajeron chinos a iniciar el cultivo de opio en la Sierra Madre entre Durango y Sinaloa; hoy día de China proviene el fentanilo, sustancia que eleva la potencia del efecto adictivo de diversas drogas sintéticas que surten al mercado de los Estados Unidos, y México solo es país de paso y en algunos casos, estación maquiladora del producto final.
La droga es distribuida en EEUU; los dueños del negocio recuperan el capital de trabajo para resurtir materia prima en China y obtienen utilidades fabulosas en dinero, el cual es lavado al norte del Río Bravo en depósitos bancarios o en empresas industriales, mercantiles e inmobiliarias. Los cárteles que actúan en México reciben migajas porque les pagan con drogas con las que envenenan a nuestros niños y adultos con armas made in USA, con las que los criminales amenazan y matan al operar el negocio remanente de la extorsión, que chupa la sangre de los mexicanos, debilita la economía nacional, y corroe la autoridad de nuestros gobiernos, lo que nos mantiene en un círculo perverso.
Está claro que ninguna intervención en México tendrá como resultado acabar con el tráfico y consumo de drogas en los Estados Unidos porque allá está el negocio; tanto la industria de las armas como el gran comercio y consumo de narcóticos se realizan de aquel lado de la frontera y por tanto, es allá donde Trump debe de aplicarse y actuar. La estrategia que proponga resolver el problema invadiendo a México, solo es el pretexto para presionar con propósitos de sometimiento económico y político, pero no busca acabar con el flagelo de las drogas.
Con toda razón se insiste en que cualquier labor que se emprenda contra el tráfico de México a los Estados Unidos, de fentanilo y otras drogas, deberá hacerse de manera coordinada y con absoluto respeto a la soberanía de ambos países. La captura de Ismael el Mayo Zambada como desesperada maniobra de campaña electoral en favor del Partido Demócrata, sin considerar y sin que importen ni el caos ni las muertes resultantes, es una muestra del daño que puede causar y causa cualquier acción unilateral de los EEUU, hecha a espaldas del Gobierno de México.
En efecto, la guerra entre cárteles que se disputan la operación del narco y la silla que dejó el Mayo, ha generado en el Estado de Sinaloa una violencia descomunal, que pone al descubierto hasta que grado el cáncer del crimen organizado ha llegado a carcomer no solo el cuerpo institucional, sino la dignidad de la persona humana y el tejido social en dicha entidad.
Si a pesar de los argumentos expuestos y el peso de la realidad Trump insiste en invadir nuestro territorio, no será porque quiera resolver el problema del consumo de drogas en su país, sino porque los EEUU reclamen para sí el control del negocio del narcotráfico como parte de su guerra comercial en contra de China, y traten de someter a México y a los mexicanos con propósitos imperialistas inconfesables (1)
(1) Si deseas más información sobre este tema, te ofrezco mis artículos Guerra Mundial en México y Tráfico de Muerte, en este mismo Blog Archivo Adjunto.
Está Esta es la pura verdad.