La elección de Juzgadores por voto popular sigue adelante, una vez agotados los recursos resueltos por la Suprema Corte, dejando atrás un sistema neoliberal de justicia impuesto por el presidente Ernesto Zedillo, en lo que en su tiempo fue calificado por el jurista Ignacio Burgoa Orihuela como Golpe de Estado.
El alegato esencial de la oposición parte del supuesto de que los ciudadanos comunes somos incapaces e impreparados para calificar y por tanto elegir a las personas que sean idóneas como juzgadoras. El argumento cuestiona al Sistema Democrático en su raíz, porque bajo esa premisa tendríamos que reconocer que quién no tiene criterio para elegir a los Jueces, tampoco lo tiene para elegir a Presidente, Senadores, Diputados, etcétera, a despecho del discurso de Winston Churchill según el cual, el sistema democrático es el peor sistema de gobierno, a excepción de todos los demás.
Lo cierto es que todo sistema político como producto de la naturaleza humana es imperfecto, con el añadido de que ninguna ley es nana de nadie y por ende, el éxito o fracaso de su aplicación depende de la actitud y de la conducta de gobernantes y gobernados, a partir del reconocimiento de la propia Ley como marco del pacto social. En el caso de la elección de los Juzgadores, es pertinente asomarnos a la experiencia de los Estados Unidos y en concreto trasladarnos al Estado de Texas, en el escenario de la elección que tuvo lugar hace diez días en el vecino país.
Los texanos se enfrentaron al igual que en el resto de los Estados de la Unión, a una boleta electoral múltiple y hasta prolífera, con base en la cual no solo eligieron Presidente, Senadores y Representantes en el plano Federal, sino que eligieron para cada Condado Jueces, Magistrados, Fiscales, Sheriff y hasta al Director del Distrito Escolar entre otros cargos. Lo anterior es posible y fructífero, en la medida en que se trata de una comunidad participativa y exigente que permanece atenta al desempeño de los funcionarios públicos, empezando por los cercanos e inmediatos hasta los más encumbrados (1).
Así se vive la Democracia y aunque no es cosa fácil, para que las personas y las sociedades respondan a la exigencia que implica, es menester que existan líderes, o en el lenguaje de José Ortega y Gasset, se requieren minorías selectas que atiendan al colectivo social en la formación de ciudadanos y conduzcan la participación de éstos en los asuntos del día a día de la comunidad. En México los dirigentes de la oposición no cumplieron su obligación al respecto y hoy sufren el abandono de sus votantes de antaño a los que tachan de ignorantes, mientras ayer exaltaban su “madurez” cuando votaban por ellos y sus partidos.
La Reforma que pone a los Juzgadores bajo el escrutinio de una sociedad que tiene hambre y sed de Justicia, provocará que Ministros, Jueces y Magistrados salgan de su burbuja mayestática a dar la cara, se hagan visibles y estén sujetos como todo servidor público a rendir cuentas del ejercicio del cargo, cosa que hoy día la mayoría de ellos no hacen. No obstante que lo anterior plantea una curva de aprendizaje empezará a rendir frutos en el corto plazo, porque la aplicación de la Reforma Judicial irá acompañada de la participación de la sociedad desde un principio, y a ese ejercicio está convocada la oposición con la responsabilidad que para sus dirigentes implica.
(1) Formato de boleta de votación en el Estado de Texas, 2024.
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