La invasión de Israel sobre la Franja de Gaza a raíz de los ataques de Hamas a territorio israelí en octubre del año pasado, ha derivado en un genocidio perpetrado en contra del pueblo Palestino, que deba ser detenido.
La doctrina judía ancestral del “ojo por ojo y diente por diente”, que tuvo por intención poner límite a la venganza, se queda corta junto a la conducta de Israel que hoy día se cobra la agresión inicial de Hamas a razón de mil ojos por cada ojo y mil dientes por cada diente, y lo que es peor, masacrando a un pueblo inerme. A esa luz el ataque a Israel ocurrido hace siete meses, se revela como una provocación deliberada que ofrece a Netanyahu el pretexto y la oportunidad de consolidar el control sobre ese territorio, convertido en enclave de los intereses de los Estados Unidos y Europa en el Oriente Medio.
La acometida de Israel que según cifra oficial (dudosa) contabiliza treinta y nueve mil muertos, y el desplazamiento de 1.9 millones de personas condenadas a morir de hambre y sed en el desierto, ha provocado un rechazo generalizado a la causa sionista en diversas partes del mundo. Las reacciones más notables consisten en las manifestaciones pro Palestina en algunas universidades de los Estados Unidos y de otros países, que en el caso de los EEUU han sido severamente reprimidas a despecho de los timbres libertarios con los que se adorna el sistema político de dicho país.
A nivel diplomático resalta la acusación de genocidio que sostiene Sudáfrica en contra del Estado de Israel ante la Corte Internacional de la Haya, en la que el país austral demanda el cese inmediato al fuego y la reparación de daños. El más reciente apoyo a la causa Palestina lo encontramos en el voto abrumador obtenido en la Asamblea General de las Naciones Unidas celebrada la semana pasada, en la que 143 de los países de la ONU se pronunciaron en favor del reconocimiento del Estado Palestino como Miembro de Pleno Derecho de dicho organismo internacional, frente a solo 9 votos en contra y 25 abstenciones.
Lo contundente de esa votación no basta para restituir sus derechos al Pueblo Palestino, en la medida en que la resolución en comento es igual a otras emitidas en el pasado que son letra muerta, porque su cumplimiento ha sido reiteradamente bloqueado por el veto de los Estados Unidos desde el Consejo de Seguridad de la propia ONU. El gobierno de los EEUU no debe conducir el proceso hacia un nuevo fiasco y debe contribuir a la clave esencial de la solución, que consiste en detener el fuego e iniciar el proceso de paz con justicia, que incluya la reconstrucción del hogar Palestino.
Justo el sábado pasado, en medio del ruido estridente de las guerras que azotan al mundo, el Papa Francisco denunció lo que considera un “planeta en llamas”, ante un grupo que incluye a treinta personas que han recibido el Premio Nobel de la Paz, reunido en el Encuentro Mundial sobre la Fraternidad Humana celebrado en Roma.
En sus palabras el Papa descalifica la política internacional de disuasión, aplicada desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, que consiste en infundir miedo en el adversario, cuyo fracaso evidente nos obliga a desarrollar un modelo de convivencia a partir del reconocimiento a nuestra humanidad común y a situar la fraternidad en el centro de la vida de los pueblos (1).
(1) Encuentro Mundial sobre la Fraternidad Humana celebrado en Roma, convocado por el Papa Francisco.
0 comentarios