La iniciativa de Reforma Electoral presentada por el presidente López Obrador ante el Congreso de la Unión el jueves pasado, contiene una propuesta que cuestiona el alto costo y el número excesivo de legisladores, así como el mal desempeño tanto del INE como de los partidos políticos nacionales, e implica un ahorro de miles de millones de pesos anuales, que en la actualidad se gastan con despilfarro y en la opacidad.
La propuesta del Presidente reduce el número de Diputados Federales de 500 a 300, y el de Senadores de 138 a 96. También se reducen los Diputados Locales, con lo que saldríamos del primer lugar mundial en cuanto al número de legisladores, puesto que mientras en México hay un Diputado por cada 250 mil habitantes, en Estados Unidos se elige un Representante por cada 765 mil habitantes. La iniciativa elimina a los Institutos y Magistrados Electorales de los Estados cuya existencia resulta costosa e inútil, porque tienen funciones que corresponden al INE y al Tribunal Electoral del Poder Judicial Federal y por tanto están duplicadas.
La iniciativa de Reforma Electoral del Presidente (1) mantiene el financiamiento público de las campañas, pero elimina el financiamiento ordinario que nos cuesta 18 mil millones de pesos anuales, que se reparten las cúpulas de cada partido en sueldos y privilegios, lo que no ofrece ventaja operativa ni tiene justificación social y en cambio, es madre de una caterva de parásitos que se han hecho dueños de los partidos, lo que causó el colapso de la partidocracia en las Elecciones Federales de 2018. La propuesta de AMLO racionaliza el acceso a radio y televisión; conserva los tiempos y reglas de distribución actuales, pero prohíbe los mensajes que tengan duración menor a la de un minuto, para que los partidos ofrezcan contenidos y propuestas substanciales.
El debate de “suprimir” o no al Instituto Nacional Electoral merece atención especial. El actual INE nada tiene que ver con el impulso que dio el desplazado IFE a la alternancia y al proceso democrático en nuestro país; nada le debemos los mexicanos al INE, porque no es el IFE original que surgió de la concertación entre gobierno y sociedad a fines del siglo pasado, que puso los procesos electorales en manos de los ciudadanos. El IFE fue suprimido mientras dormíamos, por medio de una serie de reformas electorales sucesivas pactadas a modo entre los partidos políticos tradicionales, para conservar sus privilegios.
El INE es un suplantador que resulta de la decadencia del sistema original, y su deterioro es consecuencia de haber sometido la designación de sus Consejeros a cuotas partidistas, lo que hizo del INE el órgano burocratizado, opulento y corrupto que es hoy día, en que se ha convertido en un protagonista más en la disputa por el poder (2). La propuesta del Presidente de crear un nuevo Instituto Nacional de Elecciones y Consultas INEC, que devuelva el control de las elecciones a los ciudadanos y alivie la carga económica, implica que el árbitro electoral no desaparece sino que los Consejeros del nuevo órgano serán elegidos en forma directa por los ciudadanos.
Algunos ven innecesario y afrentoso que el López Obrador diga en su iniciativa que “el INE se suprime” cuando en realidad se transforma sin embargo, su intención es la de establecer un contraste entre el antes y el después que permita distinguir su propuesta, de las reformas anteriores que nos condujeron a esta encrucijada. En virtud de que la iniciativa de Reforma Electoral en comento supone modificar la Constitución, diversos analistas consideran un error político que el Presidente ponga sobre la mesa ésta y otras reformas a nuestra Carta Magna a sabiendas de que no pasarán, porque no tiene mayoría calificada en el Congreso y por lo que hace a ésta en materia electoral, la oposición ya se pronunció en contra a un sola voz, sin previa reflexión ni debate.
Ante la falta de liderazgo y propuesta de la oposición, López Obrador deja claro que el cambio político que México requiere es asignatura pendiente y sus propuestas fallidas en apariencia, las levanta como banderas con las que convoca a continuar en pie de lucha. Con este ejercicio mantiene en forma su movimiento, y controla el discurso y la agenda política del país, de cara las elecciones presidenciales de 2024.
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Si deseas más información sobre la degradación del árbitro electoral, consultar en este mismo Blog mis artículos INE, ciudadanía traicionada y El INE, capturado.
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