La Reforma al Poder Judicial podría ser aprobada en las próximas horas o días en el Senado de la República, y en caso de que Morena y sus aliados no sumen los votos suficientes, existe otra ruta a través de la renovación paulatina de los Ministros que sean designados en el futuro por el Congreso a propuesta del Ejecutivo.
Todos los actores políticos reconocen la necesidad de una reforma judicial pero quienes están en contra de la propuesta de Morena, reparten culpas y eluden el debate esencial alegando que la crisis de impartición de justicia viene desde las fiscalías y las policías de Federación y Estados, y se requiere una reforma integral. La lógica enseña que por alguna parte hay que empezar y la técnica legislativa indica que la Reforma a la Constitución solo es la base de las leyes secundarias que atenderán el problema en forma integral y completa.
La propuesta presentada por Norma Piña a última hora, que concluye en la exigencia de más dinero y recursos, revela que los actuales Ministros no tienen voluntad de cambio y por el contrario, su intención es jugar a las vencidas por tiempo indefinido. Para resolver sobre ambas posiciones, Morena puso a debate en las pasadas elecciones el denominado Plan C, pidiendo a los electores que le dieran el número de legisladores necesario para este propósito renovador, lo que tuvo el resultado que es de sobra conocido.
El 2 de junio los electores apoyaron la elección de los Juzgadores por voto directo, lo que muestra que la gente percibe a la Corte como un feudo burocrático que opera como instrumento al servicio de poderes fácticos en contra del Estado Mexicano, frenando sin causa legal las obras del Ejecutivo y usurpando funciones legislativas. En efecto, La Corte viola la Constitución y el principio de relatividad del Juicio de Amparo, al dictar sentencias en dicha materia a las que atribuye efectos generales y al derogar leyes e imponer pautas para que el Congreso legisle como la propia Corte le indique.
Por otra parte los privilegios de la cúpula del Poder Judicial están a la vista; su entrega a intereses particulares y su descuido en la impartición justicia son evidentes, y su confrontación sistemática e invariable con el Presidente y el Congreso, es un factor político destructivo que nada tiene que ver con la División de Poderes. Parte de estos males se pueden y deben enfrentar con la creación de un órgano que como propone la Iniciativa que se discute, supervise y discipline el actuar de los Juzgadores, y los sujete a un sistema de rendición de cuentas que en la actualidad no existe.
En su discurso catastrófico la oposición asegura que no hay candidatos dignos para sustituir a los juzgadores actuales, y presagia que la Reforma pondrá las togas sobre iletrados, ignorantes y criminales. El augurio es infundado porque abundan en nuestro país juristas litigantes o académicos dignos y capaces para optar por la judicatura, y en los propios Tribunales Federales hay Jueces y Magistrados aptos para postularse candidatos, así como secretarios expertos que han sido postergados y hasta excluidos del escalafón meritocrático, por el tráfico de influencias y el nepotismo imperantes (1).
(1) Si deseas mas información sobre este tema, te ofrezco mis artículos Reforma Judicial, Justicia de Carne y Hueso, La Corte en el Vacío, La Tremenda Corte y La Corte en Paro en este mismo Blog Archivo Adjunto.
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