La cancelación de los actos de cierre de campaña en Coahuila por parte de la candidata presidencial Xóchitl Gálvez, deja en claro una profunda incongruencia en la alianza de partidos que la postulan, el control del PRI de los Moreira sobre la coalición opositora a nivel nacional y el papel del PAN como furgón de cola.
La semana pasada Gálvez canceló los eventos programados en la ciudad de Torreón, y en el marco del colapso de la alianza en las elecciones municipales en la entidad, la Candidata dobló las manos ante las exigencias del PRI, y reconoció que su presencia en los eventos cancelados habría sido un factor de división (1). Detrás de la decisión forzada de Xóchitl está el conflicto entre el gobernador priísta de Coahuila Manolo Jiménez y el dirigente nacional del PAN Marko Cortés, que estalló cuando éste último acusó a Manolo de rajarse en un reparto de huesos y notarías pactado en las tinieblas.
En la elección de Manolo el año pasado, el PRIAN prometió un gobierno de coalición que acabó siendo una versión más del Moreirato, a excepción de la Secretaría de Cultura en la que se designó a una ex dirigente local del PAN, como quien da y recibe las migajas. De ser el PAN la segunda fuerza en Coahuila, Ricardo Anaya entregó la elección de gobernador en 2017, a lo que siguió una sangría de panistas al PRI, en busca de canonjías; en 2023 el PRI cooptó a los cuadros y dirigentes del PAN que aún le faltaban, absorbió su clientela electoral, y a la postre la marca PAN aportó a Manolo un flaco seis por ciento de la votación.
Coahuila es el único Estado del país en el que no se ha dado la alternancia, por lo que Manolo podría celebrar los cien años del PRI en el poder. El PRI de los Moreira está cimentado en una oligarquía económica y burocrática centenaria; se sostiene en sucesivos fraudes electorales; ha sometido a la clase media a base de extorsión y miedo o reparto de privilegios; a la generalidad de los medios de comunicación los controla a un costo diario de un millón y medio de pesos del presupuesto oficial, sin contar los pagos ocultos y lo que gastan en ese rubro los “organismos autónomos”.
En Coahuila no existe división de poderes, la oposición nunca ha ejercido mayoría en el Congreso, los jueces, magistrados e integrantes del órgano electoral son designados a capricho del gobernador y las voces disidentes son silenciadas. El Modelo Coahuila en seguridad pública es un mito; el periódico El Universal (2), la Revista de Coahuila (3) y otros medios, señalan a la “policía de élite” del gobierno como un cartel orgánico que ha hecho de la juventud coahuilense un mercado cautivo de cristal, ubicado en los más altos niveles de consumo nacional, lo que obliga a preguntar: ¿si los cárteles no operan en Coahuila, como presume el Moreirato, quién vende la droga?.
El PRI de los Moreira financió la campaña de Peña Nieto con dinero de la megadeuda de Coahuila, siendo Moreira Humberto presidente nacional del tricolor y desde entonces, la influencia de este grupo faccioso marca la agenda del PRI nacional. Basta analizar la posición de Moreira Rubén y de su esposa Carolina Viggiano en el CEN del PRI, en el Congreso de la Unión y en la representación ante el INE, para apreciar su peso decisivo tanto en el PRI como en la actual alianza opositora, lo que en un eventual aunque poco probable triunfo del PRIAN el domingo que viene, nos indica cuál sería el estilo del próximo Gobierno de México, y quién mandaría detrás de la Silla del Águila.
(2) Periódico EL UNIVERSAL, acusan a policías de élite de Coahuila de ser un cártel.
Como siempre, muy interesante. No lo pude compartir.